Reflexiones del Bicentenario

Por Juan Pablo Aita Tagle – Foro Republicano

Después de los ruidos que dejó la puesta en escena y el espectáculo de la conmemoración del Bicentenario organizado por la Presidencia de la Nación, y a medida que la vida va tomando lentamente la rutina habitual, es necesario ir sacando algunas conclusiones de lo que hemos sido protagonistas.

La ideología de quienes detentan hoy el poder, inspirada en ideas de Michel Foulcault, en cuanto que el ejercicio del poder determina cuáles son los contenidos que los individuos deben asumir como “verdaderos”, ha instalado ahora una nueva“verdad”. En efecto, la Presidente ha decidido quienes son los Patriotas Latinoamericanos que tendrán un lugar reservado en una sala de la Casa de Gobierno. Si bien no nos extraña quienes son los habitantes de esta sala, conviene romper esta lógica foulcaultiana y hacer justicia con algunos verdaderos patriotas olvidados.
Cabe hacer previamente una aclaración de qué es ser patriota. En términos generales, diríamos que es aquella persona que, a la luz del juicio histórico de varias décadas, su acción en la vida pública trajo, sin lugar a ambigüedades, enormes beneficios a las generaciones venideras de sus connacionales.
En primer lugar mencionamos a Juan Bautista Alberdi. La ideología presidencial omitió aún la referencia del propio historiador oficialista, Felipa Pigna, quien señala que Alberdi fue “el inspirador de la Constitución Nacional y uno de los más grandes pensadores argentinos”. Alberdi, perteneció a la generación del 37 junto con Esteban Echeverría, la cual tuvo la virtud de difundir las modernas ideas republicanas. Más tarde tras la Batalla de Caseros escribió Las Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina obra que sería una de las fuentes de nuestra Constitución Nacional sancionada el 1º de mayo de 1853. Finalmente, Alberdi escribe el “Sistema económico y rentístico de la Confederación Argentina y De la integridad argentina bajo todos los gobiernos”. El propio Pigna sostiene que “defendía las teorías liberales de Adam Smith y David Ricardo y se oponía al monopolio, al trabajo parasitario, abogando por un orden que garantizara al productor el fruto de sus esfuerzos y elevara el nivel de vida en general”.
El segundo patriota olvidado es Julio Argentino Roca. Es imposible pensar en la Argentina moderna sin tener presente a Roca. Como militar en su Campaña al Desierto que incorporó definitivamente a la Patagonia al territorio nacional y como presidente al establecer casi definitivamente las fronteras del territorio nacional, organizar un ejército nacional que hasta entonces eran milicias provinciales y sentar las bases de un nuevo modelo económico basado en la incorporación de una moderna tecnología agropecuaria.
Contrariamente, hay que aclarar que cuatro de los presuntos patriotas elegidos por la Presidente merecen una bolilla negra. Estos son: Hipólito Irigoyen, Juan Perón, Eva Perón y Ernesto “Che” Guevara. Respecto de Irigoyen habría que decir simplemente que sus presidencias no podrían compararse con (por no estar a la altura de) otros grandes presidentes como Mitre, Sarmiento, Avellaneda y Roca. Con respecto al matrimonio Perón, jamás podrían considerarse como patriotas a quienes sin lugar a dudas fueron los mentores y ejecutores de ideas que repudian el orden republicano de la división de poderes, limitación al poder y respeto a los derechos más sagrados del individuo como la libertad y la propiedad. Finalmente, el “Che” Guevara, a quien la Presidente no consideró un patriota argentino sino uno de otros trópicos latinoamericanos. Este presunto “patriota” tuvo en miras abolir las libertades republicanas mediante la lucha armada para instalar un sistema totalitario y opresivo.
Queremos ser justos y exponer los hechos que reflejan la verdad según ésta se muestra conforme se consolida nuestra historia. Nos rebela que pretenda imponerla el poder de turno. Las deliberadas omisiones y forzadas inclusiones no son casuales ni caprichosas. Forman parte de la revolución que Hugo Chávez, Rafael Correa y Evo Morales han puesto en marcha en sus respectivos países. A diferencia de la metodología que practicaron en los años 70 mediante las armas, esta revolución pretende ingresar en pequeñas dosis a través de la cultura y educación masiva.

Así lo imaginó Gramsci, que el inconsciente colectivo asuma como verdades reveladas falsedades que no tienen fundamento. El objetivo es claro y non sancto: destruir las bases de nuestra sociedad libre y republicana e instalar un sistema masificador y fachista.

Por Juan Pablo Aita Tagle

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