El Oscurantismo y su actualidad

Por Francisco Montesano

La actividad cultural durante los inicios de la Edad Media radicó principalmente en la conservación y sistematización del conocimiento, se copiaron y comentaron las obras de autores clásicos. Se escribieron obras en las que su autor pretendía compilar todo el conocimiento de la humanidad.

Durante la Edad Media, la imposibilidad del acceso popular a los textos escritos  determinó el predominio de la enseñanza oral. La enseñanza se dictaba en latín y estaba exclusivamente en manos del clero, tanto de los sacerdotes en las parroquias como de los monjes en las abadías.

En este periodo se da la formación de reinos. Los campesinos se ligaban a la tierra y su dependencia de los grandes propietarios constituyó el origen del régimen señorial, surgían las relaciones feudales.

La única institución con carácter universal era la Iglesia. Todo el poder en el seno de la jerarquía eclesiástica estaba en las manos de los obispos de cada región. Los miembros más destacados se hallaban en los monasterios, diseminados por toda Europa y alejados de la jerarquía eclesiástica.

En esta etapa de la historia es dónde el conocimiento y el saber, estaba ligado al poder, y en este caso el de la Iglesia no podía ser discutido ni contrariado.

En los monasterios, se plantea la forma de manejar y trasmitir el conocimiento, el conocimiento era trasmitido en libros escritos a mano y traducidos por quienes sabían leer y escribir en distintos idiomas, no permitiendo que ese saber llegue a todos por igual. La imprenta rompe ese esquema tiránico.

En Europa, esta situación se complementaba y alimentaba con un alto de índice de analfabetismo general y religioso cristiano. El pueblo vivía un constante temor provocado una falsa educación religiosa de parte la Iglesia Católica, como respuesta “una vida piadosa”. Cualquier organización de la “gente común” era controlada y aniquilada por los señores feudales y sus redes de espionaje.

El Oscurantismo, denominación que se da a esta etapa, es la oposición al avance intelectual -al querer discutir los dogmas- y a la difusión del conocimiento más allá de ciertos límites. El Oscurantismo es lo contrario al Libre pensamiento, es en verdad el denominado fundamentalismo religioso.

La oscuridad de la mente humana se hacía palpable, ante la imposibilidad de cuestionar los dogmas religiosos, verdades reveladas que no admitían crítica, ni posibilidad de prueba.

Gracias a esta limitaciones la Iglesia adquirió en esta etapa un inmenso poder que trascendía el ámbito religioso, el derecho a la libre expresión de las ideas fue coartado al punto tal, que muchos que se atrevieron a ejercerlo terminaron condenados por los Tribunales de la Inquisición.

Monopolizar el saber no tenia un fin de lucro, sino de supervivencia. El Renacimiento, la división del cristianismo, y las ideas del Iluminismo, hicieron nacer una nueva forma de pensamiento crítico.

Retornar a una forma de Oscurantismo, que les permita acaparar el saber y la información -aplacando toda oposición o cuestionamiento a una metodología de gobierno- parece ser el objetivo de algunos gobiernos sudamericanos.

Adiestrar a los adolescentes en el combate de los contrarrevolucionarios, como  dijo el Venezolano Chavez, cuando expreso: “Las comunas deben recibir adiestramiento de defensa, de guerra popular. Nosotros no vamos a agredir a nadie, pero tenemos que prepararnos para la defensa palmo a palmo de esta revolución, la defensa del pueblo”, en su programa Aló Presidente o la defenestración a la prensa opositora Kirchneriana, son pruebas de esta voluntad.

Esta semana que se inicia conoceremos la decisión de la Corte Suprema de Justicia sobre la competencia de la conocida ley de Medios, espero que la historia sea un ejemplo a considerar en la sentencia.

Como aporte final dejo dos sentencias que marcan nuestra época, “La libertad política implica la libertad de expresar la opinión política que uno tenga, oralmente o por escrito, y un respeto tolerante hacia cualquier otra opinión individual” y “Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro” ambas pertenecen al genial científico Albert Einstein, un admirado intelectual que trasciende el Siglo XX.

Por Francisco Montesano, Periodista

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